Los días hábiles by Sergio Gutiérrez Negrón

Los días hábiles by Sergio Gutiérrez Negrón

autor:Sergio Gutiérrez Negrón
La lengua: spa
Format: epub
editor: Destino México
publicado: 2020-03-24T21:16:16+00:00


10

Después de dejar a la nena en el cuido, Carla María pasó por casa de su mamá. Adamaris y Kiara, sus hermanas, estaban de visita y la obligaron a quedar­se un rato. Intentó escabullirse, diciendo que tenía cosas que hacer, pero sus insistencias la vencieron. Ante sus preguntas, les mintió explicándoles que no fue a trabajar porque tenía una cita médica y, porque se preocuparon por su salud, terminó diciéndoles la verdad: que iría a encontrarse con uno de los viejos amigos de The Creamery where ice cream meets heaven. Las hermanas se alegraron, porque les gustaba que ella saliera, pero no preguntaron quién, porque nunca llegaron a conocerlos, y porque, realmente, a ninguna nunca le importó muchísimo su corillo de la tienda. De ellas, solo fue Adamaris quien frecuentó la heladería durante aquella época. En alguna ocasión, conoció a Lisa, la jefa y, desde entonces, sentenció que era una sangrigorda y su opinión se había esparcido por toda la residencia Rosado Rojas hasta que se hizo también la de su mamá y la de Kiara. La mención de la tienda llevó a una a preguntar por la antigua jefa y Carla María tiró de sus hombros, diciendo que no la había visto desde que renunció.

Por alguna razón, Carla María recordó una conversación que tuvo con Zulmita, cuando aún estaban en la etapa en la que intentaban «quitarle lo de talismán» a aquel 22 de julio, como solía decir la psicóloga. Carla María no sabía de qué hablaba exactamente, pero sí que Zulmita la interrumpió y le preguntó que si se había puesto a pensar que, a pesar de que aquel día fue uno de los más importantes en su vida, a duras penas participó de él, ya que solo trabajó sus horas de la mañana, y sí, era cierto que se quedó allí, que visitó la tienda a través del día, pero que hasta que dio la noche y, finalmente, se unió a los otros heladeros, realmente no estuvo en la tienda. La respuesta de ella fue que no, que no había pensado en eso, pero se tardó en pronunciarlo. La psicóloga tenía la razón. Con excepción de lo que le habían contado los Cárloses y María C., Carla María realmente no tenía ni idea de qué había pasado en sus turnos, de quiénes habían ido a comprar helado, de qué habían hablado entre ellos o qué hicieron para matar el tiempo. Quiso decirse que no importaba, y quizás le dijo eso a Zulmita, pero súbitamente dudó de sí y de los otros heladeros, y dudó de lo que pensó sucedió aquel viernes. Le preocupó considerar que quizás había malinterpretado todo. Era cierto que no estuvo allí y también era cierto que pasó horas fuera de la tienda, que quizás no tenía ni idea de qué forma tomaron los minutos al desplegarse por encima de las mesas emplegostadas de The Creamery where ice cream meets heaven, pero sí sabía de la firmeza de sus intenciones, de la seriedad de



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